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Chartismo

Analista de Zacher Asset Management, es uno de los analistas técnicos más reputados del panorama español. Ha colaborado con diversos medios de comunicación, entre los que se encuentra «El Economista», desde su fundación hasta julio de 2014. Desde septiembre de 2014, se encarga de dirigir a la comunidad inversora de «El Confidencial».

 

Cuando hablo con chartistas lo tengo muy fácil para saber si estoy hablando con personas razonables o irracionales. Para mí, no hay un camino mejor… Aquellos que no entienden la necesidad trabajar siempre que sea posible -y exclusivamente- con gráficos ajustados al retorno y con escalas semilogarítimicas, me parecen personas que podrían llegar a defender que la tierra es plana sencillamente porque patatas.

Viví durante mucho tiempo únicamente del análisis técnico, y mancillarlo o degradar su nivel con idioteces es algo que me tomo de forma personal. La discusión viene de muy atrás, y quizá hay demasiado ego para cerrarla.

Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, Robert D. Edwards y John Magee, escribieron un libro llamado ‘Technical analysis of stock trends’, a la postre el libro que muchos chartistas consideran su biblia. No es un libro especialmente bueno en mi opinión, pero hay que entenderlo como la obra de unos pioneros, un primer esbozo para sintetizar algunas ideas sueltas que vagaban por aquí y por allá, realizado por hombres que no tenían computadoras. En mi opinión, esa falta de computadoras explica otros errores de concepto, pero no es así en el caso de las escalas.

Magee y Edwards, aunque tímidamente, ya intentaron dejar claro el terreno de juego. Lamentablemente, lo hicieron con una tibieza que no ha evitado que se hayan hecho carreras muy relevantes cabalgando sobre gráfico aritmético; o al menos sin comprometerse abiertamente en contra de la escala aritmética.

Se me ocurre la de Steve Achelis, fundador de la compañía que desarrolló el legendario Metastock. El de John Murphy, que simplemente las recomienda para tendencias de muy largo alcance. Yo mismo, para mi desolación, lagrimé cuando tuve en mis los gráficos de alguien como Ralph Acampora. Nunca ha sido más necesario matar a nuestros padres que en el análisis técnico, pues lo plantearon de un modo que hace comprensible que nos tomen por analfabetos cuando no por dementes.

Dice el Magee en sus primeras páginas algo como lo que sigue: … hay una característica del gráfico que puede considerarse aquí. Hasta los años recientes, casi todos los gráficos se guardaron en una forma común de papel de gráfico que se conoce como de escala aritmética. Pero recientemente -¡estamos hablando de 1948!- los chartistas han venido cada vez más a utilizar otro formato, conocido como papel semilogaritmico, o a veces como papel del cociente o de porcentaje. Nuestra propia experiencia indica que el papel de escala semilogaritmica tiene ventajas definidas. La mayor parte de los gráficos reproducidos en este libro la emplean. 

Prosiguen Magee y Edwards: «Las relaciones de porcentaje, es evidente, son importantes a la hora de negociar títulos. La escala semilogarítmica permite una comparación directa de los precios altos y bajos de los activos, facilitando las elecciones. Facilitando la colocación de órdenes ‘stop loss’. Facilitando la colocación de órdenes de compra de acciones. Los patrones de área parecen muy similares en cualquier tipo de papel, pero ciertas las líneas de tendencia se desarrollan más ventajosamente por la escala de proporción —en realidad todas si pasa suficiente tiempo—». Alguien puede acostumbrarse rápidamente a la fabricación de entradas en papel semilogarítmico. Recomendamos su uso.

Una mente mínimamente científica se vería obligada a descartar la escala aritmética por refutación. Un gráfico en escala aritmética sobre el bitcoin sugiere un objetivo mínimo teórico de caída en la zona de los -7.000 puntos por confirmación de un patrón de tipo doble techo. En negativo, sí. Científicamente, el camino para llegar concluir algo imposible debería ser desechado.

Para los aritmeticófilos, que vienen a ser nuestros terraplanistas -al fin y al cabo sus ‘charts’ se aplanan por abajo hasta hacer el suelo indistinguible en muchos casos, conviene dar el mismo valor a un movimiento de 1 a 2 que a uno de 60.000 a 60.001-, porque todo el mundo lo hace así. Esto es algo que me dijo una vez el mismísimo Steve Nison, en una conversación que mantuvimos sobre los errores que se podían derivar del uso de patrones de velas en ciertos tipos de índices muy conocidos. Claro Steve, por eso los gráficos de Charles Dow funcionaban aunque nadie los viese, fue mi respuesta. La mirada que me devolvió fui jodida.

Nuestros ancestros, increíblemente, en el mejor de los casos SÓLO “recomendaron” el uso de papel semilogarítmico. Y por si fuera poco, después afirmaron que sus ventajas no son tan grandes como para “requerir” el cambio en quien debido a una larga familiaridad y práctica, prefiera papel artimético pese a afirmar, Edwards y Magee, que ‘stops’, zonas de posicionamiento y líneas de tendencia se ven beneficiadas del uso de gráfico semilogarítmico frente al aritmético —sucede también con algunos patrones, como evidencia el archifamoso suelo durmiente, una pauta inexistente como se dará cuenta cualquiera que use gráfico semilogarítimico—, y aunque cualquier persona puede acostumbrarse rápidamente al papel semilogarítmico… Haga lo que le parezca, oiga. Siéntase libre, disfrute de su pereza mental.

Estamos ante un ejemplo de los endebles cimientos sobre los que se fue construyendo el chartismo. Para ilustrarlo merece citarse la siguiente frase de los autores: para el hombre con memoria fotográfica, ningún trabajo de gráficos es necesario; su mente archiva todos los datos necesarios de tal forma que él lleva sus gráficos en su cabeza. Amén.

Nos revelan también en su “biblia” Magee y Edwards, que en Wall Street cuentan que no hay nada malo en los gráficos, que el problema está en los chartistas. Dicho de otro modo, que no es el gráfico en sí mismo sino su interpretación lo que importa. El análisis de gráficos, no es fácil ni infalible. Ciertamente el análisis técnico no es infalible, pero sí, es fácil. Siempre que respetes que 2+2=4 en base 10 y tengas algo de experiencia, el análisis de gráficos está al alcance de todo el mundo.

Podemos sacar conclusiones diferentes observando lo mismo. Pero lo que es seguro es que veremos cosas diferentes si observamos los datos como nos da la gana, aceptando las cosas que la tradición nos dio por defecto sin hacernos preguntas sobre si esa forma de observarlas es más o menos sensata.

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